El Real Madrid tiene un pie y medio fuera de esta Euroliga tras encajar otra derrota en casa ante el Partizan de Belgrado, que domina por 0-2 la eliminatoria de cuartos de final. Con la baja del lesionado Tavares y una alarmante falta de plan desde el banquillo, los blancos fueron un juguete en manos de Zeljko Obradovic y sus huestes, que la próxima semana tendrán dos oportunidades para sentenciar la serie en casa. El triste colofón al partido fue una tangana salvaje entre ambos equipos que provocó Llull con un puñetazo a Punter. A falta de 1:40, los árbitros decretaron el final del encuentro con 80-95 en el marcador.
Tras el revolcón ante el Unicaja en la Copa del Rey, el Real Madrid está a punto de despedirse del segundo título de la temporada, el más importante de todos, tras una noche trágica que deja herido de muerte el proyecto de Chus Mateo salvo un milagro de proporciones bíblicas. La pelea final fue la muestra perfecta de la frustración de los blancos, conscientes de que están casi fuera de Europa.
Antes del partido se confirmó la noticia más temida: Tavares fuera de la convocatoria. La lesión del africano obligó a sacar casi de la camilla a Vincent Poirier, cuyo tiempo de baja por apendicitis debía ser al menos de una semana más. Bravo por el francés, dando ejemplo, lástima que sus compañeros no se contagiaran y empezarán completamente empanados el segundo duelo de la serie. La impotencia fue la constante salvo un ratito en la segunda parte convertido en espejismo.
Todavía excitado por su espectacular victoria anterior, el Partizan firmó un letal 0-9 de salida. Obradovic había olido sangre y quería asestar otro golpe. Cuanto más precoz y contundente, mejor. En el minuto 4 ya tuvo que recurrir Chus Mateo a Poirier, que bastante hizo con bregar en la pintura. Solo Hezonja y Rudy peleaban con algo de acierto. Musa volvía a cortocircuitar en su sobreexcitación y ni siquiera el fiable Deck conseguía enchufarse al duelo.
Exum, con 11 puntos en el primer cuarto, confirmó la primera dentellada del Partizan (19-31). Al inicio del segundo parcial, Rudy se entregaba por la causa anotando, defendiendo y calentando a la afición. Con la fe del balear y al acierto en el lanzamiento Hezonja llegaba para enfriar el asunto (28-31), pero Obradovic no tardó en echar más gasolina a una caldera que conoce bien.
Sin hacer nada del otro mundo, más allá de ser un equipo que sabe a lo que juega y que tiene al zorro más viejo vigilando desde la banda que nada se tuerza, el Partizan volvió a aprovechar la precipitación de un Madrid desquiciado para volver a poner tierra de por medio. Smailagic y Punter dirigieron esta nueva carga que silenció el Palacio y extendió la máxima diferencia visitante hasta los 15 puntos (32-47, min.19).
Del baloncesto al boxeo
Tras firmar una primera parte horrenda, el Madrid estaba obligado a reaccionar. Y lo hizo. Sergio Rodríguez, inédito hasta ese momento, espabiló a su equipo con un par de asistencias marca de la casa y la alegría del canario contagió a su equipo, que también empezó a defender con rabia y durante mucho tiempo, en zona. Por fin. El parcial de 11-2 hacía rugir al Palacio y acallaba a los pocos pero intensos aficionados serbios (48-53).
Partizan detuvo la sangría con la jugada más dolorosa que se ha concebido en el baloncesto: un 3+1 sobre la bocina de posesión que llevó la firma de James Nunnally. Un puñal al corazón en el peor momento posible. Tres minutos le había durado el ardoroso achuchón al Madrid, condenado a seguir remando muchas paladas si quería someter a su adversario.
Al Madrid se volvió a oscurecer la vista en ataque y salvo Rudy, autor de dos triples seguidos, no encontraba caminos al aro serbio. Otro apagón, de esos tan frecuentes esta temporada, y Lessort lo rentabilizaba para gobernar el juego interior aprovechando los problemas del Madrid por esos lares. El Partizan, de nuevo al galope antes del último cuarto (62-75).
Éramos pocos y… Punter metió otro triple sobre la bocina para pintarlo aún más negro (62-79). La tormenta empezaba a ser de las gordas. El equipo con mejor porcentaje de triples de la Euroliga demostraba su condición: Exum, Leday… Así se hacía aún más imposible remontar y el pescado parecía vendido a falta de seis minutos para el final (69-87). Así fue. Desde la grada se escucharon gritos de ‘¡Pablo Laso, Pablo Laso!’ mientras el Madrid se consumía en una noche para el olvido. Tan solo quedó la violenta tangana final, solo para mayores de 18 años. Una vergüenza absoluta que recordó a tiempos pasados del baloncesto europeo.